Aspectos Psicológicos de la vigilancia de un Socorrista

vigilancia del socorrista

La vigilancia va estrechamente relacionada con la prevención, y la podríamos definir como: el “nivel adecuado de atención y percepción que todo socorrista debe poner en marcha en un entorno acuático específico, sin atrofiar ninguno de los sentidos, realizando barridas visuales de izquierda a derecha intentando abarcar la mayor zona de baño posible para conseguir prevenir cualquier situación de riesgo, y en caso contrario intervenir de una forma rápida y eficaz”.

Una de las claves para conseguir que la vigilancia sea correcta y útil es “estar alerta cada segundo”. Es cierto, y muy comprobado por desgracia que cuando menos lo esperamos sucede un accidente. En el medio acuático, por la peligrosidad que conlleva, nunca hay que relajar la vigilancia.

Pero no es suficiente, hay otros factores que suelen condicionar la vigilancia, que desafortunadamente, no son tenidos en cuenta, como son los siguientes:

  • Condicionantes laborales (rutina y acomodación en el trabajo, rotación y descanso, valoración económica adecuada, etc.).
  • Condicionantes de las instalaciones (accesos, obstáculos en la instalación, etc.).
  • Condición física y preparación técnica del socorrista, que influyen en el cansancio físico y psicológico que supone la vigilancia.

El proceso psicológico básico implicado en la vigilancia es la atención, la cual es una activación sensorial y psicológica que debería de ser permanente durante todo el tiempo que dure la labor de vigilancia del socorrista. La atención depende de uno mismo como de los estímulos que hay alrededor.

Dentro de los factores provenientes de uno mismo (factores internos), la atención se ve influida por las necesidades, los intereses, y la predisposición a atender a algo que mostramos. Un socorrista competente va a estar predispuesto a orientar su atención a los bañistas, actividades y zonas de riesgo.

¿Qué factores del entorno pueden entorpecer la atención del socorrista?

  • La intensidad del estímulo: Cuanto más intenso sea un estímulo, mayor captará nuestra atención. Por ejemplo, en medio del ruido de fondo de la gente al bañarse, surge un grito que hace que el socorrista vuelva su cabeza hacia la persona que lo lanza.
  • La novedad del estímulo: Cuando los estímulos son similares y surge uno distinto, este provoca  que se oriente la atención hacia él. Por ejemplo, si en una piscina un grupo de niños nadan de un lado a otro, y vemos que uno de ellos se para a mitad del recorrido, éste último captará más nuestra atención.

¿Qué otros factores pueden dificultar la vigilancia?

A parte de los factores internos y externos que hemos acabado de comentar, existen también una serie de factores que dificultan la atención y, por ende, llevar a cabo una buena vigilancia por parte del socorrista.

Los más significativos son los siguientes:

  • Fatiga o cansancio: Según algunos estudios realizados, la vigilancia no puede ser mantenida en niveles óptimos durante más de 30-40 minutos, a partir de los cuales, se cometen omisiones para percibir señales relevantes.
  • Monotonía del día a día: Durante el día estamos expuestos a una gran cantidad de estímulos visuales y auditivos que no son amenazantes (por ejemplo, usuarios nadando tranquilamente o jugando sin riesgo). La escasa cantidad de estímulos amenazantes, favorece a la aparición de fatiga, y se vea alterada la labor de vigilancia por parte del socorrista.

Para ello es necesario buscar siempre la novedad en nuestro trabajo para mantenernos atentos en todo momento, rotar con compañeros para cambiar de contexto, y si no fuera posible esto, vigilar desde diferentes zonas, siempre y cuando nos permita observar toda la zona de baño y poder intervenir de forma rápida y eficaz si fuera necesario. Es suficiente un cambio de actividad de 5 a 10 minutos para recuperar los niveles de eficacia óptimos.

  • Estresores ambientales: Los estresores ambientales con los que el socorrista convive en su trabajo son: el ruido (altos niveles de éste conlleva a que aumente el nivel de estrés y sobrecarga mental del socorrista, restando eficacia a la vigilancia) y la temperatura (ambientes muy calurosos y húmedos afectan a la vigilancia del socorrista, una temperatura de 30ºC. puede suponer una reducción de la eficacia en la vigilancia de un 45%).
  • Infravaloración de riesgos: Si el socorrista infravalora el riesgo de accidente esto va a conllevar una relajación en su nivel de alerta hacia la búsqueda de señales de peligro. Por lo que las expectativas del socorrista respecto a la posibilidad de que ocurra un accidente, influyen en la calidad de su vigilancia y la adopción de medidas preventivas.
  • Focalización interna de la atención: Si el socorrista centra su atención en pensamientos, recuerdos, etc.,  hace que disminuya la atención hacia los bañistas, adoptando el socorrista un patrón de vigilancia inadecuado, ya que “miraría sin ver”.

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